Vicente Castellanos Cerda responde
Ex Presidente de AMIC
¿Cuáles fueron las incidencias más significativas sobre el campo de la comunicación de los procesos neoliberales, por un lado, y de institucionalización del campo, por otro?
Justo cuando marcas la década de los 90 es cuando yo egreso de la carrera y empiezo inmediatamente a trabajar en la academia. Entonces, empiezo a trabajar en un espacio donde la política educativa se está transformando pero que, en ese momento, yo no cuestiono, porque no tengo un referente previo. Recuerdo mucho que en esa época Fátima (Fernández) decía: es que hace 10 o 15 años nosotros éramos profesores de tiempo completo muy bien pagados, con el salario bastaba. Y entonces, cuando yo entro en esta dinámica, te das cuenta que el salario no te alcanza o que te tienes que convertir en un multitrabajador o bien concursar por compensaciones extraordinarias que te ofrecen las mismas instituciones. Eso por una parte, pero también muy tempranamente empiezo a participar en lo que tu llamas la constitución o la profesionalización del campo. Empiezo a ver, justo, una transformación radical que me toca vivir muy cercanamente, sobre todo de la tensión que se tiene sobre los estudios de posgrado en comunicación. Y la UNAM, como el eje, al menos en la Ciudad de México y seguramente en gran parte de la comunicación del país, de pasar de ser un posgrado más, o una escuela que está ofreciendo ahí maestrías y algunos doctorados, a la exigencia de formar en tiempo y en ciertas condiciones a la gente. Yo hago una maestría que me toca justo en el paradigma anterior, en la idea de que estudias una maestría porque hay que estudiarla, por gusto, y esto es una cuestión como que todo es un amar al conocimiento, pero hago un doctorado donde no, donde ya la exigencia, por estar becado, donde ya te dicen que eres una inversión del país, donde te corresponde retribuirle al país lo que está haciendo por ti, entonces se transforma.
Entonces, digamos que, por una parte, laboralmente me toca tomar decisiones en la profesionalización y, por otra parte, me toca a la par irme formando. Claro, yo no me cuestiono, en ese momento, nada, porque no tengo otro referente más que eso que me tocó vivir. Y empiezo a ver cosas muy positivas, la verdad, con todo y que uno pueda criticar el rollo de la política neoliberal, en la profesionalización del campo lo que yo sí veo es que esta tensión que el Estado pone para los estudios de posgrado se ve reflejada inmediatamente, por ejemplo, en un tipo de investigación más profesional, más rigurosa, con otros parámetros científicos que no se hacía antes. Antes, estos grandes profesores con grandes discursos transformadores, con grandes ideas, también con mucho invento de neologismos, pero no forzosamente grandes teóricos ni forzosamente rigurosos. Y entonces comienza eso a transformarse y uno comienza a buscar otros referentes en sus estudios,s e empieza a preguntar qué es eso de ser un científico social, por qué no un investigador, que es muy diferente, por qué no un pensador. Porque la política educativa va por ahí, está formando científicos sociales, no literatos, no ensayistas. Entonces, te digo, yo entro en eso naturalmente, no tengo una nostalgia por lo anterior porque me toca vivir justo esa transición. Y sí veo una transformación radical. Yo la vivo directamente, por ejemplo, en la AMIC.
En el 2000 me toca ser presidente y empieza un montón de gente recién formada en el país, en el extranjero, pero que además son como muy similares las historias de vida, gente que empieza a estar, en el rango de los 30 a los 40 años, que ya tiene estudios doctorales y que tiene una forma de entender la investigación diferente y también trabaja sobre parámetros diferentes. Una cosa muy sencilla, hasta puede media absurda, no, los libros de la AMIC, que justo Florence (Toussaint) hacía una relatoría de muchas publicaciones que ha tenido la AMIC, pues ahí estaban, y eran una especie como viajes del héroe cada ve que se publicaba uno. El primer libro que se dictamina en la AMIC es el libro con el que yo comienzo. Entonces, por qué, porque yo estaba acostumbrado a que era así, porque para mí era natural un arbitraje par, ciego, por artículo, por participación era necesario y tuve el tino, que son cosas que tienen que ver con la profesionalización, de no ser el editor. El presidente de AMIC era, también y por de fault, el editor del libro, el organizador de lo encuentros, era el todo. Entonces yo empiezo a delegar, y delego en Lenin Martell el libro, porque él tenía trabajo editorial previo, pero sí me toca que cuando empiezan los artículos rechazados me van a ver a mí y me preguntan que por qué están rechazados. Y yo les digo, porque está dictaminado par ciego y lo rechazaron, yo no sé por qué está rechazado tu artículo, ni siquiera sé quién te dictaminó, porque el único que sabe es el editor del libro. Ese es un clarísimo ejemplo de lo que me toca vivir de la transición. Entonces, claro, no sé si sea neoliberal o no, pero es riguroso. Y así pasa en muchos otros órdenes. En las licenciaturas se empiezan a preocupar porque se hizo una política educativa de acreditación, tendientes a la autoevaluación, a la evaluación permanente. Como investigadores, como profesores, como institución.
Entonces me toca entrar, muy tempranamente, en los años 90, a participar en el primer diseño del examen del CENEVAL de egreso de licenciatura. Entonces la lógica del examen, como se diseña, la tengo muy clara. Incluso por qué por reactivos, las taxonomías de Bloom y todas estas cosas. La idea del examen, si bien es un negocio para ciertas empresas, la verdad es que el examen sí servía para tener un parámetro de comparación con los otros. Entonces, por qué no nos íbamos a comparar. Dices que la universidad tal es la mejor, pero sus egresados, en el examen de egreso del CENEVAL que se aplica a nivel nacional están por debajo de la media, entonces, hagámoslo mejor. Y, además, entro y soy beneficiado con la beca, o sea, el Estado me está dando un respaldo para que yo haga investigación.
10 años antes no hubiera estudiado, porque estudiaba o trabajaba. O sea, no había posibilidad, o de si sufrías mucho o de plano te empobrecías mucho para poder seguir estudiando un doctorado. Todo eso me toca a mí vivirlo y todo empieza a transformarse y a lo mejor aparece ahora en lugar de un investigador mítico, romántico, pero muy cercanas a la realidad que les tocaba vivir, un investigador que más bien ser forma en terrenos de lo académico, en políticas educativas que tienen que ver con la competencia, que tienen que ver con la competitividad, que tienen que ver con la calidad del trabajo. Igual se puede relativizar, pero ahí está.
Ahora, junto con este proceso nos viene la impronta de la digitalización, en un momento que se suponía deberíamos empezar a consolidarnos, hace trastabillar todos los marcos conceptuales, las aproximaciones meteorológicas, incluso epistemológicamente nos cambia el lugar desde donde estábamos haciendo las pregunas. ¿Qué impacto ha tenido eso en el propio desarrollo del campo?
Obviamente son notorias. Te doy un dato: cuando yo fui presidente de la AMIC, del 2001 al 2003, yo comencé un trabajo para conocer más a fondo la AMIC.
Entonces nosotros teníamos un directorio, donde le preguntábamos a la gente cuál es su tema de investigación. Y el tema de investigación lo fraseaba cada quien como quería. Entonces había quien ponía “radio” o quien ponía un enunciado “Los procesos históricos de la acumulación del capital…”, etc.. De esos, en un listado de 50 o 60 socios, teníamos creo que 250 o casi 300 temas de investigación. Bueno, el tema que más se repetía y que más vínculo tenía, tenía que ver con el periodismo. Unos años después, cuando entra ya lo digital más de lleno, y entra Internet, del 30% de los estudios que declaraban hacer los socios de la AMIC en torno al periodismo se vuelve una minoría y todo lo que tenía que ver con Internet, Sociedad de la información y demás era la mayoría. O sea, para empezar, temáticamente era otro y esa fue una tendencia permanente que no se ha detenido. Pero también, a su vez, creo que la propia enseñanza de la comunicación se transformó radicalmente.
Lo más obvio es que las universidades empezaron a ofrecer cursos a distancia con el apollo de plataformas. Pero no solo eso, ciertos contenidos de las materias comenzaron a ser medio absurdos, sobre todo en cuestión de producción de medios, porque ya no se producía así. No sólo caducó, sino que te ponía en un conflicto a ti como profesor, porque tú tenías un esquema de como dar la clase y ahora resulta que tenías que hacerlo todo diferente, solo porque el estudiante tenía una computadora y, más que la computadora, tenía un software. Por ejemplo, todo el equipamiento que se requería para que un estudiante hiciera un programa de radio estaba dentro de una computadora. Y ahora dentro de un celular. Entonces, qué sentido tenía ir a comprar equipo. Pero no es solamente que el equipamiento haya cambiado, lo que transformó fue la lógica de producir mensajes. Todo eso, y ya no digamos todo el el conflicto de si un libro digital vale lo mismo que un libro impreso. Y todavía nosotros nos lo cuestionamos. Como que el embase es el que cuenta.
¿Cuáles crees que son los dos o tres o cuatro temas fundamentales de agenda para el desarrollo del campo hoy y en los próximos años en función de los desafíos que estás nombrando y de otros desafíos que también son significativos?
Para mí sería fundamental discutir qué es esto de la teoría de la comunicación. Esa, para mí, sería una primera agenda fundamental. Cómo la teoría genera la disciplina, o como diría Bernard Miège, para qué queremos objeto de estudio si generamos la disciplina sin objeto. El objeto está ambiguo, ahí déjalo, y a lo mejor eso es. Pero tenemos muchas dudas, y cada quien tiene una interpretación del estudio de la comunicación muy diverso. Yo siempre pongo el ejemplo de que cuando uno va a la Facultad de Psicología de la UNAM, entra a la biblioteca y lo primero que se encuentra son las fotografías de Freud, de Jung, de los padres fundadores. Y si yo voy a una escuela de comunicación y voy a la biblioteca no hay paternidades. La semiótica tiene sus paternidades, casi todas. O sea, hay un principio fundador. Cuál es ese. Pero eso hay que discutirlo teóricamente. Yo creo que el debate teórico, conceptual, es el que tenemos que hacer, pero que tampoco terminen en un debate de militancia conceptual, de eclepticismo conceptual que nadie entiende. O sea, hagamos algo más serio. Estudiemos más filosofía de la ciencia, más epistemología pra hablar de eso, y hablar de tu experiencia. Ese para mí sería un tema fundamental. Ahora, lo coyuntural siempre va a estar. Y ese tema de las teorías te conduce, necesariamente, al tema de las metodologías.
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Este proyecto se realizó con apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, a través del Programa de Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales 2014.