Delia Crovi Druetta responde
Presidenta de ALAIC
En 1991, Kaplún entrevista a 7 investigadores de la comunicación de América Latina con el objetivo de realizar un balance de los resultados del NOMIC y las políticas nacionales de comunicación asociadas a dicha discusión 10 años después de su punto culmine en la UNESCO. Un momento, el del ’91, donde las políticas de comunicación parecen haber fracasado, se imponía un régimen neoliberal y, al mismo tiempo, se produce lo que podríamos sintetizar como la institucionalización del campo de la comunicación. ¿Estos dos procesos, en paralelo, cómo han incidido en la constitución del campo hasta la actualidad?
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Bueno, habría que decir primero que una serie de entrevistas a los padres fundacionales es siempre un recorte personal, porque habría que ver si están todos y, también, desde dónde se mire el campo. La otra salvedad que habría que hacer es que el neoliberalismo empieza en los 80, quiere decir que cuando Kaplún hace las entrevistas ya están en un período, en México se suele poner como fecha de inicio el gobierno de Miguel de la Madrid en 1982, y en general en América Latina en los 80. Lo otro que habría que decir es que a mi me parece que los dos son parte del proyecto neoliberal, tanto la institucionalización como los resultados que estamos viendo hoy día de esa institucionalización. La institucionalización se reafirma por algunos trabajos que realiza la UNESCO sobre la educación superior a finales del siglo XX y para lo que va a ser el desarrollo posterior de la educación superior que coincide con ese tiempo y que empieza después a replicarse en cada uno de los países en políticas públicas.
Yo siempre digo, y creo no estar equivocada, que el Informe MacBride y el NOMIC, es como dos trenes de alta velocidad que chocan. Uno es el del NOMIC, el MacBride, y el otro es la instauración de las políticas neoliberales que no se descubrían en esa fecha pero sí empiezan a operar. Hay que recordar que se viene de una década anterior de golpes de Estado donde, en algunos países con unas características, en otros, como sería el caso de México, se empieza a preparar lo que iba a ser una legislación típica de lo que es el neoliberalismo que tiene que ver con la desregulación del mercado del trabajo, una suerte de re-regulación en ciertos aspectos, entre los cuales está el educativo y el de las comunicaciones, sobre todo para el campo nuestro, para lo que nos interesa, y también una privatización y algo que ya mencionaste que es el achicamiento del Estado. Entonces, estos pilares del neoliberalismo, que son más, pero para el proceso de la constitución del campo podrían interesar sólo estos, van a tener unos cambios sustantivos. Hasta esos momentos yo recuerdo haber realizado antes un estudio muy poco sistemático, fue más bien una mirada sobre quienes se habían graduado en posgrados en la UNAM, que sólo había maestría para entonces y eran poquísimos. Algunos hacían maestrías y nunca terminaban, porque era un trabajo muy esporádico, muy de gusto, algunos de ellos no estaban en el campo académico, entonces como que le surgía un interés, estaban un momento en el campo académico, entonces la licenciatura era como el máximo aspiracional y después se va a crear lo otro.
Hasta ese momento había gente de ciertos niveles de capital cultural, capital económico o de relaciones de capital incluso político que conseguía un determinado número de becas, que eran poquitas y se iban a estudiar al exterior y habían muy pocas personas que traían su doctorado, su maestría, pero no era lo común. La gente llegaba a la licenciatura y con eso se cerraba un poco el círculo. A finales de los 70 es cuando empieza una suerte de proliferación de programas de posgrado, de maestría primero, como bien se sabe en el caso de México no hay muchos doctorados en comunicación, no es lo mismo en Brasil, por ejemplo, pero esta cuestión de empezar a que haya una oferta de maestría tienen que ver con muchas cuestiones que son ya lógicas, porque el mercado de trabajo va a ir exigiendo gente con un mayor nivel de formación.
Qué es lo que sucede en el caso de la ALAIC? ALAIC fue creada casi al parejo de la AMIC, tiene un año más que la AMIC, hay quienes dicen, me acabo de enterar recientemente, para querer crearla en Brasilia, con lo cual cumpliría ahora 40 años, o sea, en 1975. Sin embargo, lo fundacional es Venezuela, que era un país muy activo en ese momento en términos de comunicación, estaba un grupo de gente muy predominante. Entonces confluyen muchas cuestiones, así como es dialéctico el hecho que el liberalismo, muchas veces muy criticado desde la academia por sus resultados, unos resultados que tenemos hoy en día bastante cuestionables, también produce un reforzamiento de la investigación y, sobre todo, una institucionalización de la investigación. Porque, al exigirle a la gente que estaba haciendo su carrera académica la asistencia a congresos, la publicación de artículos, la participación en seminarios, empiezan a participar de manera mucho más numerosa en cuestiones que tenían que ver con este tipo de reuniones científicas, entonces, en ese sentido, la ALAIC se empieza a transformar en un lugar de encuentro, porque allí la gente se empieza a reconocer y empieza a crear una comunidad regional que antes tal vez unos pocos sabíamos de la existencia o incluso la movilidad que produjeron los golpes de Estado en el cono sur dieron con el caso de México, entonces esa gente empieza a participar en los congresos, empieza a reconocerse con los otros, empieza a encontrar similitudes en los temas de investigación y, entonces, ahí comienza a darse una historia muy rica, poco documentada, porque esos eran años donde no se presentaban las cosas más que en papel, entonces todo eso se perdió.
Después se hacen los grupos de trabajo, porque el campo se comienza a ampliar, que en principio eran 6 y llegaron a ser más de veinte y ahora andan por el orden de los 18. Ahí se nota un movimiento de multiplicación de temas, un pase de los medios hacia la comunicación, y no sólo hacia los procesos de mediación, porque si lo vemos sólo en procesos de mediación podemos quedarnos a lo mejor cortos en relación con otras aperturas que no son exactamente procesos de mediación, pero tampoco son esta apetencia que tuvo todo el primer período por el estudio de los medios. Y también hubo, en los primeros años de las reuniones de ALAIC una centralidad, antes de los 90, sobre saber quiénes éramos, qué habíamos hecho, cómo considerábamos el campo, cómo construíamos nuestros objetos, en fin, un poco de mirarnos a nosotros mismos y hacia afuera con los demás.
La ALAIC ha madurado, el campo ha madurado, pero también el entorno social, como decía Martín Barbero allá lejos y hacía tiempo, los tercos hechos nos cambiaron el lugar de las preguntas. Entonces, pues, la impronta de lo digital, lo tecnológico, la convergencia que nos genera, por un lado, fascinación, y por otro lado terror porque nos desestabiliza teórica, metodológica y episteológicamente, también nos desafía en término de políticas de comunicación. En este retraimiento del Estado que describías, el mercado reina, incluso en un ámbito como Internet, que parece libre , equitativo, horizontal y sin condicionamientos y que, por supuesto, no lo es. ¿Qué políticas necesitamos hoy? ¿Dónde está la discusión? ¿Hay discusión?
Bueno, para empezar habría que decir que parte del choque del NOMIC con las políticas neoliberales tiene que ver con la caída de los esfuerzos que se habían hecho para tener políticas de comunicación de acuerdo a las aspiraciones del campo, más inclusivas, con discursos más abiertos, con mucha más pluralidad en la oferta de los emisores y después las políticas yo creo que se han fragmentado y en ocasiones se han reducido a las legislaciones, que no es lo mismo. Siempre el campo ha tenido un interés por las políticas. Y en este punto yo quisiera citar a Pasquali cuando dice que nuestra aspiración como campo debe ser convertirnos en interlocutores de los decisores de las políticas públicas. Y yo creo que eso es una cosa no digo totalmente fracasada, pero que hemos logrado muy a medias. Ha habido ocasiones en que sí hay un nivel de interlocución alto, por ejemplo en el caso de la Ley Televisa de México, el mismo caso de la Ley de medios de Argentina donde la comunidad académica se ve representada de alguna manera en las discusiones que hay en torno a políticas públicas que va a haber en un momento determinado. Pero hay otros momentos que, incluso tras las discusiones, cambian las reglas del juego y hay un momento en que la aplicación de esas políticas, donde se consiguen incluso cosas pero, utilizando un refrán mexicano, hecha la ley hecha la trampa, también se le saca la vuelta a estos avances, los consorcios, los grandes grupos mediáticos le sacan la vuelta para violentar lo que se estaba dando en materia de logros en políticas públicas. Entonces, es un campo que hay que rehacerlo no digo que todos los días, pero permanentemente, porque es un campo muy movible. En la medida en que se alcanza una meta aparecen otras muchas y creo que uno de los desafíos de las tecnologías es que nos presentan retos que son absolutamente diferentes. Hay que considerar que son todas empresas privadas las que están manejando las redes. Cuando en otros tiempos se hizo una defensa muy grandes por los medios públicos, en el caso de las redes sociales hay una ausencia total, incluso la tendencia ha sido ponerle una legislación que las acote, que las controle. Hay ahí también una cuestión de invisibilidad tecnológica que siempre ha sido un problema de la comunicación, que el usuario común no sabe que detrás de eso hay una empresa. Entonces, hay una suerte de libertad aparente que en una capa muy cercana está controlada por intereses privados.
Si tuvieras que sintetizar en dos o tres puntos o líneas de investigación estratégica para la ALAIC, que decir ALAIC es decir el campo de la comunicación en América Latina.
Una, para mí, que lo he dicho tanto en ALAIC como en AMIC es construir nuestra historia porque seguimos siendo un campo, después de casi 100 años con mucha invisibilidad. Yo tiendo a pensar que no tiene intencionalidad esta invisibilización del campo, porque es un campo nuevo que compite con otras disciplinas y, también, porque es un campo que ha crecido de una manera increíble y que tiene injerencia social en muchos aspectos. Está presente tanto en el trabajo como en la educación, en la política y en lo que es el poder, en definitiva. Entonces, ahí hay una cuestión fundamental. Creo que sigue siendo válido lo que dijo Pasquali hace 25 años, que es ser interlocutores válidos de estas políticas, por lo menos que se nos reconozca y se nos llame. Hay otros países del mundo donde, frente a una determinada legislación, frente a determinados hechos se llama, se convoca a la comunidad académica para hacer una consulta. Acá, en el caso de México se ha hecho algunas veces, en el caso de Argentina también se hizo, en el caso de Brasil a veces se hace, pero una forma más institucionalizada de esta consulta. Y habría muchas otras cosas que son de orden teórico y metodológico. Creo, también, que hay una cuestión muy complicada, que se nos presenta como un área emergente los problemas, yo hacía un recorrido por las etapas por las que ha pasado ALAIC y estamos en la etapa de la crisis, en estos momentos la palabra crisis aparece en muchos trabajos, en los temas de los encuentros, entonces, tenemos una crisis que no es solo de carácter económico. Además de lo económico, que siempre ha estado ahí como una sombra, es una crisis de carácter teórico, epistemológica, metodológica y, también, una crisis de difusión del conocimiento. Tenemos un modo de divulgación del conocimiento que estuvo bien para determinado momento, pero que ahora debemos replantearlo porque de repente los congresos masivos ya no es la manera, de repente nos están evaluando nuestras publicaciones con parámetros de las ciencias exactas y no damos el ancho para ese tipo de requerimientos, porque se nos está evaluando para cosas que son rígidas, que son medibles, mientras que para nosotros la comunicación es un objeto que se construye cada vez que vamos a investigar algo y que le mismo objeto tiene características determinadas por procesos históricos, sociales y coyunturales en cada caso. Entonces, y con esto cierro, recordando a Galeano, que definía a la utopía como un horizonte, uno va caminando hacia el horizonte pero cada vez se aleja más. Yo creo que el campo siempre tiene ese desafío.
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Este proyecto se realizó con apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, a través del Programa de Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales 2014.